Aquel día me levanté temprano sin oír el sonido del ruidoso despertador, ni el típico ruido cuando mi madre preparaba el desayuno. Me asomé por la ventana. Estaba amaneciendo y el cielo irradiaba una tenue luz plateada. Pronto se convertiría en oro y rosa cuando se levantara el Sol. Era un día maravilloso. Se podía observar cómo se alzaba una grandiosa torre y se podía admirar desde distintos ángulos. La Torre Eiffel…Uno de los símbolos más importantes de París.
En la casa reinaba el silencio. Solo lo interrumpía coches al pasar. Me acerqué al reloj. Las cuatro y media. Por alguna razón no podía dormir y estaba inquieta. Solo deseaba que aquel sábado tan molesto acabara. Decidí pasearme un poco por la casa para calmar mi mal humor .Sabía que algo iba mal, pero no estaba segura de que…
Bajé las escaleras con cautela para no despertar a nadie pero me paré a mitad de camino. Escuché proveniente de abajo un grito ahogado y un sollozo. Luego pasos decididos con ímpetu y por ultimo un portazo. Me asusté, el miedo me dominaba .Me empezaron a temblar las rodillas violentamente. Seguí bajando las escaleras con sigilo y me acerqué a la puerta de la habitación de mis padres.
La puerta estaba entreabierta, entornada y se podía percatar una luz débil. Mi mano temblorosa la abrió con cuidado y la puerta lanzó un crujido. De repente la visión de mis ojos vio una imagen que no podría olvidar. Mi madre estaba de rodillas al pie de su cama, sus manos tapaban su cara y por sus mejillas resbalaban lágrimas.
Se levantó y se giró rápidamente. Al verme intentó ocultar sus lágrimas pero yo ya me percaté de sus ojos rojos, hinchados y llorosos. Tenía una pinta desaliñada y me miró profundamente como si quisiera penetrar en mi interior .Sin decir nada me rodeó con sus brazos y yo le correspondí. No soportaba ver a mi madre así. De repente me murmuró algo unas palabras que jamás olvidaré. Me dijo: ‘’Tu padre se ha marchado’’.
Mi madre estaba desdichada, destrozada y no hice preguntas. Me limité a ayudarla a incorporarse en la cama y yo con aspecto mohíno no podía pronunciar nada. Después de aquello me quedé petrificada y estuve cerca de mi madre sentada en su cama. Durante unos minutos interminables estuvimos en silencio desviando la mirada una a la otra. No sabía que decir. Jamás me había enfrentado a una situación así. Quería consolarla pero no me salían las palabras.
Éramos una familia feliz pero no sé por qué había misterios. No tenías fotos mías de pequeña y cuando les preguntaba por mi infancia, ya que no recordaba nada, intentaban cambiar de tema o ponerme mil excusas inimaginables . A veces lo encontraba extraño otras veces no tanto pero lo que acaba de pasar ni me lo imaginaba. ¿Por qué nos había abandonado mi padre…?
Al fin mi madre y yo nos miramos insospechadamente. Durante todo ese rato había estado en mis brazos pero se apartó bruscamente. Percibió en mi clara mirada preocupación. No pude evitar tener aquella mirada de inseguridad ya que me hacía una pregunta una y otra vez en mi cabeza. ¿Qué va a pasar ahora? Lo único que quería mi madre es que no me preocupara. Que íbamos a salir a delante.
Sí, quizá no estaba todo perdido y echado por tierra. A lo mejor quedaba alguna oportunidad. Mi padre era muy importante para mí tanto como mi madre. El hecho de que se haya ido, duele mucho… El también lo era todo para mí. Le tenía mucho afecto, como todas las hijas a sus padres…
Intentamos, mi madre y yo, intercambiar unas palabras pero era inútil. Teníamos las dos un nudo en la garganta que nos lo impedía. Me conciencié de la situación que estábamos viviendo y que debía de estar pasándolo igual de mal que yo.
Al fin conseguimos pronunciar algo pero la conversación que iniciamos no era muy agradable.-Hija, de verdad que yo lo siento. Ha sido todo culpa mía.-Tú no has tenido la culpa de nada madre. Papá se ha ido sin atender razones y bruscamente. Seguro que ni siquiera ha iniciado una conversación civilizada.-dije con frustración. Quería que se sintiese mejor pero no sabía qué hacer.
Cierto, quería mucho a mi padre, pero a veces actuaba de forma inmadura y muy violenta. Nuestra conversación llegó hasta ahí, no nos atrevimos a decir nada más sobre el tema. Se fue una de las personas a las que más afecto damos y tendremos que seguir a delante. Mi madre me explicó con aire triste que quizá se habría ido inmediatamente a pedir la separación. Dijo que mi padre era así.
Ni siquiera podía creérmelo. No conocía ni a mi propio padre.En silencio nos levantamos y nos retiramos las dos de la habitación. Subí a darme una ducha y pensar detenidamente. Mi madre dolorida, ni siquiera tenía fuerzas para preparar su desayuno. Mantuvimos aquel silencio durante todo el desayuno y luego volvimos a nuestras tareas diarias con desgana. Nunca olvidaré ese día. Nunca…
En la casa reinaba el silencio. Solo lo interrumpía coches al pasar. Me acerqué al reloj. Las cuatro y media. Por alguna razón no podía dormir y estaba inquieta. Solo deseaba que aquel sábado tan molesto acabara. Decidí pasearme un poco por la casa para calmar mi mal humor .Sabía que algo iba mal, pero no estaba segura de que…
Bajé las escaleras con cautela para no despertar a nadie pero me paré a mitad de camino. Escuché proveniente de abajo un grito ahogado y un sollozo. Luego pasos decididos con ímpetu y por ultimo un portazo. Me asusté, el miedo me dominaba .Me empezaron a temblar las rodillas violentamente. Seguí bajando las escaleras con sigilo y me acerqué a la puerta de la habitación de mis padres.
La puerta estaba entreabierta, entornada y se podía percatar una luz débil. Mi mano temblorosa la abrió con cuidado y la puerta lanzó un crujido. De repente la visión de mis ojos vio una imagen que no podría olvidar. Mi madre estaba de rodillas al pie de su cama, sus manos tapaban su cara y por sus mejillas resbalaban lágrimas.
Se levantó y se giró rápidamente. Al verme intentó ocultar sus lágrimas pero yo ya me percaté de sus ojos rojos, hinchados y llorosos. Tenía una pinta desaliñada y me miró profundamente como si quisiera penetrar en mi interior .Sin decir nada me rodeó con sus brazos y yo le correspondí. No soportaba ver a mi madre así. De repente me murmuró algo unas palabras que jamás olvidaré. Me dijo: ‘’Tu padre se ha marchado’’.
Mi madre estaba desdichada, destrozada y no hice preguntas. Me limité a ayudarla a incorporarse en la cama y yo con aspecto mohíno no podía pronunciar nada. Después de aquello me quedé petrificada y estuve cerca de mi madre sentada en su cama. Durante unos minutos interminables estuvimos en silencio desviando la mirada una a la otra. No sabía que decir. Jamás me había enfrentado a una situación así. Quería consolarla pero no me salían las palabras.
Éramos una familia feliz pero no sé por qué había misterios. No tenías fotos mías de pequeña y cuando les preguntaba por mi infancia, ya que no recordaba nada, intentaban cambiar de tema o ponerme mil excusas inimaginables . A veces lo encontraba extraño otras veces no tanto pero lo que acaba de pasar ni me lo imaginaba. ¿Por qué nos había abandonado mi padre…?
Al fin mi madre y yo nos miramos insospechadamente. Durante todo ese rato había estado en mis brazos pero se apartó bruscamente. Percibió en mi clara mirada preocupación. No pude evitar tener aquella mirada de inseguridad ya que me hacía una pregunta una y otra vez en mi cabeza. ¿Qué va a pasar ahora? Lo único que quería mi madre es que no me preocupara. Que íbamos a salir a delante.
Sí, quizá no estaba todo perdido y echado por tierra. A lo mejor quedaba alguna oportunidad. Mi padre era muy importante para mí tanto como mi madre. El hecho de que se haya ido, duele mucho… El también lo era todo para mí. Le tenía mucho afecto, como todas las hijas a sus padres…
Intentamos, mi madre y yo, intercambiar unas palabras pero era inútil. Teníamos las dos un nudo en la garganta que nos lo impedía. Me conciencié de la situación que estábamos viviendo y que debía de estar pasándolo igual de mal que yo.
Al fin conseguimos pronunciar algo pero la conversación que iniciamos no era muy agradable.-Hija, de verdad que yo lo siento. Ha sido todo culpa mía.-Tú no has tenido la culpa de nada madre. Papá se ha ido sin atender razones y bruscamente. Seguro que ni siquiera ha iniciado una conversación civilizada.-dije con frustración. Quería que se sintiese mejor pero no sabía qué hacer.
Cierto, quería mucho a mi padre, pero a veces actuaba de forma inmadura y muy violenta. Nuestra conversación llegó hasta ahí, no nos atrevimos a decir nada más sobre el tema. Se fue una de las personas a las que más afecto damos y tendremos que seguir a delante. Mi madre me explicó con aire triste que quizá se habría ido inmediatamente a pedir la separación. Dijo que mi padre era así.
Ni siquiera podía creérmelo. No conocía ni a mi propio padre.En silencio nos levantamos y nos retiramos las dos de la habitación. Subí a darme una ducha y pensar detenidamente. Mi madre dolorida, ni siquiera tenía fuerzas para preparar su desayuno. Mantuvimos aquel silencio durante todo el desayuno y luego volvimos a nuestras tareas diarias con desgana. Nunca olvidaré ese día. Nunca…